20 ago 2007

PATOJOS, PIBES, CHAMACOS, PELADOS, CHAMOS, GUAGUAS, KIDS...

Siempre me gusta hablar de los niños porque son la alegría del mundo. Ah, los patojos, !cómo chingan!, pero siquiera se quedaran así chiquitos y juguetones para toda la vida, ¿verdad? Aunque dicen que es de mala suerte que los papás deseen eso, porque en una de tantas, le pega un aire al patojo, no crece y se queda chaparro y hablando raro. ¬¬

Los niños son excepcionales y sus ocurrencias son de lo último, algunos por su inocencia y otros porque son unos chingones de mie*%&#*. Nos hacen reír y muchas veces hasta rabiar. Y como dijo un amigo, hay quienes sacan canas verdes, pero otros sacan canas rojas de tanto que friegan. Yo digo, como hacen muchos, que los niños son hermosos, alegres, graciosos; que es lindo abrazarlos, jugar con ellos y cuando empiecen a molestar, hay que ser razonables... y regresárselos a sus papás.

¿Y qué me dicen de los patojos shutes? Aunque opino que la mayoría los son y lo fuimos. Pero mi sobrina creo que nació para investigadora, parece del FBI, todo lo pregunta y lo quiere saber con pelos y señales. No vaya a ser que vea algo medio sospechoso, porque es un reto para su intelecto, hasta la mirada le cambia a la fregadita. Pienso que lo heredó de su tía... ji ji ji.

Lo chistoso de los patojos es que creen que se las saben todas, y ni siquiera piensan que cuando ellos van, uno ya fue, hizo mandados, regresó y está alistando maletas para ir otra vez. Hay algunos que se inventan cada mentira y muchos no saben mentir para nada y caen como plátanos. Aunque hay otros que "cuidadito", son tremendos y, si los papás no se andan buzos, bien que se los bailan.

Y tampoco es bueno hacer muy santos a los hijos...

No soy padre, pero he sido hijo por muuuchos años y estoy seguro que lo que más necesitan los muchachitos es VIGILANCIA constante y buenos ejemplos. Pero es una pena cuando hay padres que no tienen nada bueno que enseñarle a los hijos… o lo que no sé si es igual o peor, que ni siquiera se ocupen de ellos. Creo que no hay tarea más delicada y dura que la de ser padre, ¿verdad, tatitas y nanitas?

Es que deveras que a los patojos, sean como sean, no hay que quitarles el ojo de encima porque en cualquier rato salen con alguna cosa. Mi hermano y mis primos para una Navidad, pidieron permiso para ir a quemar cuetes. Mis papás y mis tíos se quedaron en la sala platicando, viéndolos por la ventana. Pero una de esas entraron a traer un frasquito, que a nadie se le ocurrió preguntarles para qué era.
Al ratito, solo se oyó un gran bombazo ¡¡ y a que no adivinan!!! Los patojos jodidos habian hecho una su bombita molotov con el frasquito! La cosa es que se encerraron en el baño y nadie podía sacarlos de allí. Al final lograron entrar mis papás y mis tíos y los encontraron tratando de curarse porque los chayes les habian saltado. ¡Patojos brutos! Vaya que era un frasquito y no una botella, porque si no, son capaces de volar la casa.

Y eso fue en un ratitito, que los dejaron sin vigilancia.

Yo era tremendo también, pero a mí lo que me gustaba era subirme al techo con un hule y cascaritas de naranja, a pelearme con los patojos en la calle. Me gustaban las guerritas de cascarazos que armábamos... jejejeje. Pero muchas veces, me escapé de caer desde esa altura.

Donde no me salvé del ranazo, ni todos los que íbamos encima, fue cuando un amigo y vecino tenía un su carro de madera que le había hecho su papá. El pre-dicho automóvil, no era más que un entablado de reglas con 4 ruedas. Tenía una especie de freno de mano, hecho con un palo, algo así como palanca que topaba en el suelo. Nos subimos todos, y cuando digo todos, hablo como de 7 u 8 patojos.

Los más grandes nos pusieron a los chiquitos en medio y ellos, se fueron en las orillas. Decidieron que nos íbamos a dejar venir en una bajadita empinada. Tanta aviada agrarró el carro, que las risas rapidito se conviertieron en gritos de desesperación, porque el famoso freno se rompió y allá fuimos todos a parar las patas hasta abajo. Terminamos bien enlodados y el carro hecho pedazos. ¡Cómo no nos matamos!

¡Ah! los patojos son iguales en todo el mundo. Me gusta mucho oír historias de niños que meten la pata sin querer, por su inocencia mas que todo. Y es que no hay cosa más difícil que tratar de excluir a un niño de la diversión. Mi amiga Cindy, es gringuita y me cuenta que cuando era chiquita, ella se emocionó mucho al ver que a su casa estaban llegando muchas flores, antorchas y collares. Preguntó a su abuelita, de qué se trataba todo eso y ella le comentó en secreto que estaban preparando un "Luau" o sea una fiesta hawaiiana, como sorpresa para su tío, por motivo de su cumpleaños. Eso la entusiasmó sobremanera y preguntó si podía estar.

La abuelita le explicó que iba a ser una fiesta sólamente para adultos, pues sería de noche y los niños tenían que estar durmiendo. Lisa, sumamente indignada, acudió a cuanto adulto estuvo involucrado en los preparativos, pero la respuesta siempre fue la misma: un rotundo NO.

En eso se le ocurrió una idea genial: tomó el teléfono y cuando una voz masculina y familiar le contestó, le preguntó: - Me dejas ir hoy por la noche a la fiesta hawaiiana de sorpresa, que van a hacer por tu cumpleaños, Tío?

Vaya si no acudió a la persona más indicada.... De seguro el tío ya no le encontró mucho chiste a la "sorpresa", pero no pudo negarle a Lisa su petición, quien no aguantó mucho tiempo en la fiesta, por las carotas que la hacían todos los demás.

Los niños son todos bellos: morenitos (no mucho ¬¬ ), blancos, colochos, gorditos, flaquitos, chinitos, despeinados, shuquitos, bravitos o alegres y sean de donde sean, siempre se van a divertir con las mismas cosas y a ser felices con pequeños detalles. Ojalá nuestro corazón se mantuviera siempre puro y sencillo, aunque con mucho cuidado de no incendiar la casa o arruinar las fiestas sorpresa.
Haber, cuéntenme una buena historia de cuando eran chiquitos... ¿Sí? No seas de esos patojitos culeritos q no se les kita aunque tengan ya 21 años. ¬¬

1 comentarios:

Anónimo dijo...

ajajaja estuvo muii bueno ..me gusto :p !!!!